viernes, 26 de noviembre de 2010

Corea del Norte: armas nucleares y poder de negociación.

La crisis en la península coreana

Por: Manuel Rodríguez Cuadros (Experto en relaciones internacionales)

Stephen Bosworth inició hace unos pocos días una gira en Asia para continuar el diálogo con la China, Japón y Corea del Sur sobre la cuestión nuclear en Corea. El emisario de Barack Obama llegó el 21 de noviembre a Seúl y de allí pasó a Tokio. Anunció definiciones poco gratas para Pyongiang. Los Estados Unidos no estaban dispuestos a reiniciar las negociaciones sobre el desmantelamiento de los dispositivos nucleares norcoreanos a cambio de paz, estabilidad y ayuda internacional, mientras Corea del Norte persista en el enriquecimiento de uranio y no renuncie a sus pruebas atómicas. Bosworth insinuó además que ese criterio era básicamente compartido por los otros miembros del sexteto (China, Rusia, Corea del Sur y Japón).

La misión Bosworth tuvo lugar después que el ex director del laboratorio nacional nuclear de Los Álamos (EEUU) Siegfred Hecker, reveló luego de una presencia in situ, invitado por las autoridades de Pyongiang, que el complejo nuclear norcoreano es más sofisticado de lo que se creía, pues estaría en condiciones de fabricar bombas atómicas no sólo usando plutonio sino también uranio.

Dos días después de la presencia de Bosworth en Tokio, el 23 de noviembre, mientras fuerzas militares de Corea del Sur realizaban maniobras militares, con fuego de artillería, en la pequeña isla de Yeonpyeong en el mar Amarillo, el ejército norcoreano atacó la isla con más de doscientos proyectiles, matando dos civiles y provocando daños significativos. Para el derecho internacional se trata de un prohibido uso unilateral de la fuerza.

La isla se encuentra en una zona de frontera no reconocida por Pyongiang, ya que el límite lo estableció de manera unilateral las Naciones Unidas al fin de la Guerra de Corea, en 1953. Pero el grave incidente no tiene mucho que ver con la disputa fronteriza. Es un asunto más complejo, relacionado con una acción límite de las Fuerzas Armadas norcoreanas para llamar la atención de los EEUU y los demás integrantes del sexteto, China incluida, en torno a la necesidad de retomar las negociaciones y cambiar el curso de la misión Bosworth. Para Corea del Norte es esencial retomar las negociaciones, pues de ellas depende en gran medida su viabilidad futura. Aspira al cielo: que se le reconozca como un Estado nuclear y que al mismo tiempo se pacte un programa de desarme atómico que le asegure la paz, la viabilidad nacional y el oxígeno económico.

Corea del Sur no puede hacer mucho, salvo la amenaza de una retaliación que no se concretará. Para los Estados Unidos y la China el asunto se vuelve urticante. La tensión nuclear en la península es un anacronismo de la guerra fría incómodo para ambos. A los elementos que configuran el escenario internacional hay que añadir los factores internos de la sucesión en el poder, que añaden mayor inestabilidad y poca previsibilidad. Kim Jong-il que “heredó” el poder de su padre Kim Il Sung, está en tránsito de pasarlo a su hijo de 26 años, Kim Jong-un. En las interrelaciones existentes entre esta sucesión, la desastrosa situación económica del país y el incremento de su capacidad nuclear a niveles insospechados, puede estar el hilo de una madeja muy enredada y difícil de desatar. Obviamente no habrá solución militar a la crisis. Los Estados Unidos y Corea del Sur optarán por maniobras conjuntas disuasivas, más simbólicas que reales. Y la China tendrá que modular mejor sus relaciones con Pyongiang. La única luz visible en el túnel, bajo nuevas condiciones, será retomar las negociaciones del sexteto. Es la real politik que se impone.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 25 de noviembre del 2010.